viernes, 18 de diciembre de 2009

DEFENSA

La dependencia europea de la OTAN y la falta de una política de defensa común en la Unión hace posible que ante crisis y guerras civiles no halla una respuesta por parte de los 27. El socio más poderoso de Europa, Estados Unidos, gasta más en armamento que toda Europa unida. Sin embargo, este no es el camino. Aumentar los presupuestos militares restaría de los presupuestos nacionales, con la conciencia política actual, dinero que se destina a la población, en un intento de emular las políticas estadounidenses.

La propuesta más radical, y la más sensata, sería la eliminación de los ejércitos nacionales en favor de un Euroejército, por lo que en caso de agresión la respuesta sería conjunta, el esfuerzo bélico sería compartido y no dejado en manos de la o las naciones agredidas, y se potenciaría la tecnología armamentística europea, la cual no tiene nada que envidiar a la estadounidense. Sé que ningún gobierno o nación estaría dispuesto a renunciar a uno de los pilares que sostienen el estado, pero se introduciría coherencia en los planteamientos defensivos y supondría un ahorro a nivel nacional. Economicamente sería un gran salto, ya que cada país miembro aportaría al presupuesto en relación a su población y dimensiones geográficas. Este planteamiento traería problemas salvo que todo el material utilizado para aprovisionar a ese Euroejército fuera europeo. El reparto de la producción de material bélico debería repartirse con equidad entre los 27, obteniendo a cambio una potenciación de las economías nacionales, más empleo y menos dependencia exterior en cuanto a la compra de armamento.

Las guerras de la antigua Yugoslavia demostraron a Europa la incapacidad y desorganización militar europea, unido a la falta de una política exterior común, que actualmente se intenta solventar, aunque parece que este intento sea más propagandístico que real. A pesar de tales enseñanzas, Europa no ha avanzado en cuanto a una política de defensa común. En su momento se creó la fuerza de Acción Rápida para intervenir en conflictos europeos como los que se dieron en Yugoslavia, pero eso ha quedado en buenas intenciones, propiciando más un reforzamiento de los ejércitos nacionales que una fuerza común, demostrado en el actual conflicto que se vive en Afganistán.

Las principales tareas de un ejército común serían la defensa europea, la intervención en conflictos internacionales, y el envió de fuerzas de pacificación y cooperación auspiciadas por mandatos de Naciones Unidas. Sin embargo, en la actualidad tenemos ejemplos de descoordinación como la misión de vigilancia de las aguas internacionales en el cuerno de África, o la guerra en Afganistán, los cuales dan una visión de fragmentación por intereses y desorganización. Actualmente, los países deciden el envío de tales fuerzas, pero sin quitar esa potestad de aprobación a los parlamentos nacionales, podría formarse en ejército europeo que respondiera a la Unión en su conjunto y no a la "buena voluntad" de sus países miembros en implicarse en una operación, ya que las fuerzas de esos ejércitos serían multinacionales.

En conclusión, la organización de tal esfuerzo solo traería consecuencias positivas para Europa, siendo los puntos negativos los referentes a las ambiciones gubernamentales de los diferentes miembros, los cuales no están dispuestos a renunciar a sus respectivas fuerzas armadas, pero tampoco al protagonismo que supone el envió de fuerzas militares en misión de paz o vigilancia. Requisito previo de la formación del Euroejército sería la conformación de una política exterior común, lo cual trataré en el siguiente artículo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

LAS DEFICIENCIAS DE LA UNIÓN

Aprovechando la entrada en vigor de los tratados de Lisboa me gustaría repasar los puntos débiles de los que está aquejada la Unión Europea, o como la llaman ahora, la Europa de los 27.Estas debilidades no solo afectan al funcionamiento de las instituciones europeas, sino también al propio funcionamiento de los estados miembros, la credibilidad de Europa como bloque social, económico, y político, y su capacidad de competencia frente a las naciones cuya fuerza pretende ser decisiva en el panorama internacional, tales como Estados Unidos y China, los países en vías de desarrollo, y frente a los países del tercer mundo.
Los problemas generados de los propios movimientos de los miembros para fortalecer la Unión y las consecuencias que ha traído para todos los Europeos, tanto a escala nacional como en el ámbito internacional, me han empujado como observador crítico de la actualidad a reflexionar sobre estos problemas, los cuales publicaré de forma individual para un mejor análisis, sin querer que se pierda la perspectiva de problema generalizado a todos los países miembros ni desechar la idea de que la suma de estos puntos es lo que nos ha llevado a la situación actual.